lunes, 6 de febrero de 2017

POMPEYA

En el año 79 d.C. una enorme erupción del Vesubio sepultó la próspera ciudad de Pompeya –al mismo tiempo que Herculano y Estabia– que quedó sepultada hasta el s. XVIII bajo una espesa capa de cenizas. Paradójicamente, Pompeya debe a esta catástrofe el haber llegado hasta nosotros en un estado casi perfecto. Por su amplitud y variedad, por la belleza del paisaje que las rodea, las ruinas de Pompeya permiten imaginar sin esfuerzo cómo eran las ciudades de la época imperial.
Las termas más antiguas de Pompeya (s. II a.C.) incluían una sección para las mujeres y una sección para los hombres. En la palestra había un vestuario y una piscina (a la izquierda). Al fondo a la derecha comienza el baño de las mujeres: vestuarios con compartimentos para ropa, tepidarium (sala templada) y caldarium (sala caliente). Pasando la sala donde se encuentra la calefacción central está el baño de los hombres, que posee vestuarios bien conservados, frigidarium, tepidarium y caldarium, y una hermosa decoración de estucos.
Al Foro se llega al poco de franquear el perímetro de las excavaciones por la Porta Marina, que antaño daba acceso a la ruta que conducía al mar. Aquí, en esta inmensa plaza peatonal, se celebraban las ceremonias religiosas, se impartía justicia, se debatían asuntos públicos y se realizaban negociaciones comerciales. El foro, pavimentado con grandes losas de mármol y realzado por estatuas de emperadores, estaba rodeado por tres lados de un pórtico de columnas y flanqueado por los principales monumentos públicos de la ciudad antigua, de la cual quedan aún en pie impresionantes vestigios: la basílica (que no tenía la más mínima función religiosa: aquí se resolvían los pleitos comerciales y judiciales), era el edificio más grande de Pompeya (67 m x 25); el templo de Apolo, con copias de estatuas de Apolo y Diana halladas in situ (los originales están en el museo de Nápoles) y, como telón de fondo, el majestuoso y pacífico Vesubio. El Templo de Júpiter, enmarcado por dos arcos de triunfo hoy desprovistos de sus mármoles, estaba consagrado a la "tríada capitolina", compuesta por Júpiter, Juno y Minerva; muy bellos son también el macellum, o gran mercado cubierto, el Templo de Vespasiano y el edificio de Eumaquia, al cual se accede por una bonita portada cuya cornisa de mármol está esculpida con motivos vegetales. Los perros vagabundos deambulan tranquilos entre las ruinas una vez que los humanos (que aquí se mueven en grupos acaudillados por guías con parasol) abandonan el lugar al final del día y vuelven, como los habitantes de antaño, a sus asuntos.
>
La casa de los Vettii es la más hermosa de Pompeya. Fielmente reconstruida ( incluso el tejado del atrio), posee un delicioso jardín embellecido por estatuillas, pilones y surtidores de agua. Los frescos del triclinium, que representan escenas mitológicas, y los frisos de amorcillos ocupados en tareas domésticas, figuran entre los más bellos de la Antigüedad

No hay comentarios:

Publicar un comentario